Hacía mas de 30 años que no sucedía. Todavía lo recuerdo, tenía cinco años y esa mañana asomada al balcón veía caer los pequeños copos de nieve. Poco a poco se teñía todo de blanco y la emoción llenaba las calles.
Esta semana volvía aquella sensación, asomada a la ventana volvían a aparecer los diminutos copos de nieve, parecerá tonto pero cuando una vive en la ciudad donde tiene su residencia principal el sol, que caiga un poco de nieve es excepcional. Toda la ciudad se inundó de ilusión y volvimos a ser niños por un día.
Así que, como no podía ser de otro modo, hoy nos aventuramos a buscar los restos de nieve que aún quedan.
No sin algunos percances (mis botas de montaña se han desintegrado, literalmente) hemos localizado el blanco tesoro en la comarca del noroeste, pero no hemos sido los únicos........ creo que estaban todos los habitantes de la ciudad por allí también.
Nos lo hemos pasado en grande, batallas de bolas, angelitos, tropezones y risas sin parar. Las caras de los niños mientras preparaban amasaban la nieve, el momento previo al lanzamiento.... felicidad absoluta, solo por eso ha valido la pena el viaje.
Una mañana muy corta que nunca olvidaremos, aunque haya sido poca cosa comparada con las grandes nevadas de otros lugares, pero esta ha sido nuestra y no nos hemos tenido que ir fuera para disfrutarla.
Me despido de mis botas de montaña que aunque no les diera mucho uso su papel me hicieron en su día, hace ya muchos años, el día de hoy ha terminado con ellas......
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